jueves, 30 de junio de 2011

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El suelo estaba ya cansado de que no parase de llover. Demasiada lluvia en poco tiempo. Se estaba dando cuenta de que la realidad no era como él esperaba, no se sentía igual de protegido como cuando las capas superiores de tierra lo cubrían y le hacían sentir calor. De pequeño él deseaba salir a la superficie, sentir las pisadas del hombre y las huellas de los animales, la sequedad del sol o el corretear de una lagartija. No esperaba sentir cómo miles de gotas de agua impactaban constantemente sobre él y le hacían ver la realidad. Cruda. Dura. Amañada. Injusta.

Pero no sólo la lluvia proviene de las nubes...y una lágrima resbaló por su dulce mejilla.

No más.

Y te das cuenta de que quizá las expectativas no te las debas marcar, porque un día simple puede convertirse en un día espléndido y, los días esperados, en días que no llevar ni al recuerdo.


Son días sin más en los que la gente te rodea, sientes envidia, de la sana, no por estar en su situación sino por poder elegir el estarlo. Cuando no tienes esa opción es cuando empiezas a sentir esa sensación ascendiendo por tu espina dorsal. Impotencia. Expectativas a la basura y frustración gritando a pleno pulmón.





"El arte de escribir no es una bendición, sino al contrario: es la consecuencia de tener la sensibilidad a flor de piel, la mortífera cualidad de sentir en carne propia las emociones como ningún otro lo hace"

jueves, 16 de junio de 2011

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Fortaleza no es lo que creéis. La fortaleza no se mide según el grosor de los músculos ni según el número de kilos que una persona puede levantar. Fortaleza significa, sobretodo, aguantar, no romperse.

martes, 14 de junio de 2011

Su calor...

Dejó el puñado de folios encima de la mesa, ya seguiría mañana. Le había llamado la atención aquel viejo diccionario que reposaba solitario en la estantería. Abrió el grueso libro y posó su mirada en una palabra: abrazo. No hacía falta que siguiera leyendo, la deficinión se la sabía de memoria. Necesitaba vivir los ejemplos.



Sin motivo alguno. Sin justificación.


lunes, 13 de junio de 2011

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Necesito un respiro. Una parada. Un stop. Un alto en el camino. Un trocito de hierba y helado de limón. La meta está cerca pero se hace larga.
Necesito, necesito, necesito...te necesito.

jueves, 9 de junio de 2011

Llegaré.

Y cruzaré aquel pedregoso río, el que está detrás de las tres casas más viejas del pueblo, rodeado de zarzas en las que anidan un millón de arañas, revolotean avispas verdes y negras y las flores son de colores, la hierba sabe a orujo y las setas son alucinógenas. Me tiraré por la cascada, la que mide alrededor de diez metros, en la que los peces tienen cuatro ojos y la espuma es fosforescente. Nadaré por sus aguas calientes para que las ranas me canten y los mosquitos toquen la trompeta. Y llegaré, llegaré al lugar donde para volar no hagan falta alas, ni para respirar aire, ni para pensar cerebro, ni para soñar los sueños. Llegaré...para quedarme.

sábado, 4 de junio de 2011

¿Dónde coño te escondes?

Seguía en aquella parada de autobús, no sabía el tiempo que llevaba esperando pero parecían días, incluso años.
Pasaba uno, otro, otro más, y seguía allí sentada. Sin moverse. Sin saber qué hacer. Qué decir. Qué sentir. No sabía el destino al que se dirigía. No lo tenía. Lo que sí tenía era la extraña sensación de estar esperando algo que nunca llegaba, no hablaba sólo de un medio de transporte con el que alejarse de aquel lugar, sino algo que le hiciera sentirse feliz por un instante. Felicidad. Ésa que hacía tiempo no sentía pero que añoraba.
Mientras se encontraba absorta en sus pensamientos pasaron otros dos autobuses más, ninguno con el destino que ni ella misma sabía. Se levantó y decidió cambiar de dirección, quizás ésa no era SU parada.