jueves, 18 de octubre de 2012

AR.

Otro día más en esta monotonía que tengo por rutina. Ahora tengo un objetivo claro, no sé si es lo que quiero (seguramente no) pero lucharé por ello como he hecho con todo lo anterior que poco a poco he ido consiguiendo.

Día de frío, de lluvia, de esos grises en los que no destaca ni una mota de color. Es entonces cuando enciendo el ordenador y me pongo a ver las fotos de la playa, del mar, del sol...añoro aquellos días de risas y más risas, de madrugones pero también de trasnochar bebiendo cervezas. Echo de menos a los chicos, sus  gestos, bromas, la piscina, las siestas en la hamaca...pero sobretodo te echo de menos a ti. Los paseos por la playa contándonos nuestras inseguridades, nuestras ansias por comernos el mundo, nuestros miedos, el futuro incierto que tenemos ante nuestros pies...las noches de charloteo antes de dormir, la música en la ducha, las veces que has entrado y has dado la luz sin la tarjeta, las veces que he caído ante tus bromas, las miradas cómplices y los buenos ratos. Te echo de menos por todo eso y por ser como eres. Por tu fuerza, entereza, madurez y sabiduría. Por la comprensión mutua y los consejos dados. Lo mejor de todo es que no esperamos nada a cambio, sólo el permanecer ahí, el compartir cervezas a la luz de la luna frente al mar o a la luz del Patillas.


Los pequeños detalles marcan la diferencia, gracias.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Necesito una tregua.

El el fondo, a todos nos gusta pensar que somos fuertes. Que vamos a poder con todo lo que nos venga encima, que pudimos con lo de ayer y que podremos con lo de mañana. Pero más en el fondo, sabemos que eso no es verdad. Porque ser fuerte no consiste en ponerse una armadura antirrobo ni esconderse detrás de un disfraz; ser fuerte consiste en asimilarlo.
En asimilar el dolor y en digerirlo, y eso no se consigue de un día para otro, se consigue con el tiempo. Pero como por naturaleza solemos ser impacientes y no nos gusta esperar, escogemos el camino corto. Escogemos el camino de disfrazarnos de algo que no somos y disimular. Sobretodo disimular.
Sí, a todos nos gusta disimular los golpes, sonreír delante del espejo y salir a la calle pisando fuerte, para que nadie note que en realidad, lo que nos pasa de verdad, es que estamos rotos por dentro.
Tan rotos que ocupamos nuestro tiempo con cualquier estupidez con tal de no pensar en ello, porque el simple hecho de pensarlo hace que duela.
Pero a veces, bueno... a veces tienes que darte a ti mismo permiso para no ser fuerte, bajar la guardia y darte una tregua. Está bien bajar la guardia de vez en cuando. No queremos hacerlo porque eso supone tener un día triste  uno de esos viernes que saben a domingo, un día de esos que duelen, de recordar y echar de menos. A los que ya no están, y a los que están, pero lejos.
Sin embargo, hay momentos que es lo mejor que puedes hacer: darte una tregua. Poner tu lista de reproducción favorita, tumbarte en la cama, y si hace falta llorar. Llorar todo lo que haga falta.
Eso no nos hace menos fuertes; eso es lo que nos hace humanos.


Ojalá pudiera despertarme cada día viendo este amanecer...

domingo, 7 de octubre de 2012

Ellos.

Somos estúpidos. Nos ahogamos constantemente en vasos de agua sabiendo que el mar no se encuentra encerrado entre paredes de cristal, el inconformismo se encuentra en nuestra orden del día sin saber que los pequeños detalles son los que nos alimentan, las exigencias y faltas de respeto están presentes en nuestro vocabulario sin saber que la sonrisa es el lenguaje universal. Una infinita lista que nosotros vamos formando, que nosotros vamos introduciendo en nuestra forma de ser. Haz del mar tu libertad, de los pequeños detalles tu día a día y de la sonrisa tu carta de presentación.

Gracias a ellos, hoy he dado un paso más. Felicidad en estado puro.