sábado, 1 de diciembre de 2012

¿Por qué...

Pecaba de darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Necesitaba pasear por aquel inmenso paseo frente a la playa. Encender aquel paquete de pitillos que llevaba escondido en el bolsillo trasero del pantalón con el fin de que todo el mundo dejara de decirle lo mismo, le comiera la oreja con el tabaco. Odiaba que siempre estuvieran igual: eso no lo hagas, cuidado con lo otro, con eso te puedes hacer daño, cuidado con lo que haces, con lo que piensas, con lo que dices... Y así es todo, todo el mundo repitiendo: a ver qué haces, piensas, dices, haces, piensas, dices, haces, piensas, dices...Pero vamos a ver, ¿te he dicho yo lo que debes hacer, pensar o decir? Haz, piensa y di lo que quieras, que yo haré lo mismo. Aprovecharé que todavía es "gratis" hacerlo, critícame, juzgame, repréndeme, ódiame  pero no por ello dejare de hacer, pensar o decir lo que me de la gana; eso no me lo quita nadie, ni tú, ni tu poco criterio, ni tus dos neuronas chocando.  Haré como que no te oigo, pensaré que eres estúpido y te diré que eres un gilipollas.