Acepta el cambio y aprende a adaptarte, porque el mundo gira rápidamente y no sabemos qué nos deparará mañana. Si hoy tienes que llorar, pues llora, y deja que las lágrimas laven tu pena; se equivocan los que piensan que llorar siempre es un signo de debilidad. Te puede fortalecer.
Cuando tengas un día difícil, recuerda respirar profundo y pensar: "esto no es más fuerte que yo; puedo y debo superarlo, como ya he superado muchas otras adversidades".
Es natural tener miedo; de alguna forma es señal de que estamos vivos. El error está en dejar que el miedo nos derrumbe, nos abata y nos deje paralizados. Si tienes miedo, enfréntate a él, actúa, no permitas que se apodere de ti, conquístalo, sabes que puedes porque lo has hecho antes.
Ten valor, y recuerda que más allá de tu miedo está la esperanza de un mañana mejor. Solo debes atravesar el camino que te lleva del temor a la felicidad. No olvides: siempre habrá algo o alguien esperándote con los brazos abiertos por ti al otro lado de tu miedo.