sábado, 21 de enero de 2017

Pues...

Como me gusta desahogarme en palabras que pocos leerán. Como empezar...
Soy insegura, me lo llevo todo al terreno personal, tengo un millón y medio (o más) de complejos tontos e inservibles que lo único que hacen es ir dejando mella en mí. Suelo ser impulsiva y cagarla para luego ser consciente de ello y pedir disculpas cuando sé que me he comportado como una adolescente hormonada (hormonada sigo, eso no se me pasa). Suelo pecar de darle vueltas a tooooodo en mi cabeza, no la dejo descansar ni un minuto, y así estamos, preocupándome por todo antes de tiempo y de manera desmesurada a lo que de verdad ocurre. Suelo pensar en negativo y hundirme en un vaso de agua aunque luego cuando lo pienso digo: Silvia anda que eres tonta!, pero a toro pasado ya sabemos todos lo que ocurre... soy así y puedo intentar cambiarlo en la medida en que sea capaz de hacerlo.
¿Cosas buenas? Suelo ser bastante incapaz para verlas aunque dicen que soy trabajadora. Soy enfermera, me encanta mi trabajo! ¿Cómo no voy a serlo? Soy una empo, es decir, me gusta estar siempre rodeada de apuntes y de libros... es inevitable. Me gusta mucho muchísimo ayudar a los demás, casi siempre los antepongo a mi propia felicidad (¡error!) pero es que he nacido con muchas taras. Taras que son difíciles de cambiar. Taras que vienen dentro de mi, de mi persona, de lo que ofrezco y lo que soy. Y aunque parezca que no, estoy orgullosa de ser así. Todos somos únicos y especiales. Y yo nací con mis particularidades, claro que no a todo el mundo le pueden gustar y agradar, pero no nací para eso, nací para ser feliz y dar lo mejor de mí y poco a poco es lo que voy haciendo. Pasito a pasito buscando el equilibrio.


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