domingo, 15 de mayo de 2016

El tren de la felicidad.

Dicen que las cosas extraordinarias siempre se esconden en los lugares donde la gente nunca se le ocurriría mirar, pues bien, en ocasiones las mentes curiosas sí que se esfuerzan en mirar un poco más hondo y en empeñarse en encontrarlas. Y es que solo las almas que no se conforman, que no se quedan con la superficialidad de las cosas sino que buscan más allá son las que se llevan esos pedacitos extraordinarios, esos momentos irrepetibles, esas personas irremplazables.


Alice y Saurio iban montados en aquel tren, mochilas debajo de las piernas a modo de reposapies ¡Qué sensación más gratificante! Habían dejado los relojes en casa, ahora no era momento de mirar la hora. Era momento de viajar, de dejarse llevar, de sentir. De fundirse con el traqueteo de aquel tren, y es que a veces, no se necesita nada más. Dos mochilas. Dos personas. Dos ilusiones. Un viaje. Un sueño. Una sonrisa. Y tu.


Trac. Trac. Trac. Trac.






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