domingo, 4 de diciembre de 2011

Gordita.

Caminaban al mismo son. No sabía por qué pero la vida les había unido en un momento determinado, y, no sólo eso, la unión creada hizo que ambas partes comenzaran a nutrirse, a crecer, a vivir. Por sus venas corrían litros de madurez, de ilusión, de sencillez. Una vez dijeron que la felicidad residía en los pequeños detalles, en alcanzar ese casi utópico 100% de plenitud. Ahora no era una época de buenos momentos, pero la palabra amistad llevaba implícitos los verbos apoyar, consolar, animar. Al fin y al cabo, seguir ahí cuando todos los demás se van. Sabía de sobra lo que valía, lo que era, lo que residía dentro de ese cuerpecito coronado por un moño. Quedan pocas personas como tú no paraba de repetirle. Dicen que necesitamos conocer a infinidad de personas antes de conocer a las correctas, por fin había encontrado a una de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario