domingo, 4 de septiembre de 2011

No hay siembra.

Desde pequeña le habían enseñado a ser así. No había visto otra cosa en casa que no fuera lucha, lucha, lucha. Las cosas no iban como era de esperar, los esfuerzos no daban su fruto. La lucha sólo tenía un claro ganador y no eran ellos. Quien algo siembra algo recoge. Pero si lo que recoges no es proporcional a todo aquello que has sembrado, ¿Qué haces? Pérdida de control, ofuscación, lástima, rabia, impotencia. No. Sigues hacia delante, sigues sembrando, esperando a que la vida se encargue de estropearte los frutos. Total, es lo único que conoces, lo único que has visto. No sabes cómo florece una flor en tu huerto. No sabes cuál es la sonrisa de aquella persona que se pasa días en la siembra. No hay respiros. No hay sorpresas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario