jueves, 30 de junio de 2011

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El suelo estaba ya cansado de que no parase de llover. Demasiada lluvia en poco tiempo. Se estaba dando cuenta de que la realidad no era como él esperaba, no se sentía igual de protegido como cuando las capas superiores de tierra lo cubrían y le hacían sentir calor. De pequeño él deseaba salir a la superficie, sentir las pisadas del hombre y las huellas de los animales, la sequedad del sol o el corretear de una lagartija. No esperaba sentir cómo miles de gotas de agua impactaban constantemente sobre él y le hacían ver la realidad. Cruda. Dura. Amañada. Injusta.

Pero no sólo la lluvia proviene de las nubes...y una lágrima resbaló por su dulce mejilla.

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