martes, 1 de marzo de 2011

Trampas al sol.

Se levantó de aquella silla en la que solía acurrucarse las tardes de invierno con un Cola-cao en sus manos. Apagó la música, no sabía por qué extraña razón no le apetecía seguir escuchando esas notas. Prefería escuchar las que salieran de su guitarra. Cogió una de las púas que reposaban encima de aquella estantería, y empezó a rasgar aquellas cuerdas. Esa tarde no podía sonar otra canción:

DO               SOL           LAm
Llévame a los bares más oscuros.
DO        SOL           LAm
Vamos a fumarnos la ciudad.
FA       SOL                 LAm
Vamos a bebernos tú y yo el mundo.
FA          SOL           LAm
Vamos a esquivar la soledad.


Esa melodía, ese papel pegado encima de la puerta para él significaban algo más. Algo que no se puede explicar con palabras, con notas o con canciones. Algo por lo que arriesgó y, orgulloso de ello, decía en voz alta: gané.

Tú me das, tú me das, mi guitarra me lo da.

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