Otra vez la misma rutina. En dos días volvemos a vestir de blanco y a "pasear" por el hospital , entre comas, sí. Lo que menos hacemos creo que es eso, verdaderamente corremos de un lado para otro, somos las putillas, pero me gusta. Es satisfactorio, mal valorado y reconocido, pero personalmente grato, excepto cuando ella llega.
Por aclarar cosas: no llevamos vestidos minifalderos, ni cofias provocativas, ni escotes, llevamos un pijama blanco rancio, simple y cutre , el pelo recogido, sin anillos, pulseras, colgantes y las uñas sin pintar.
Un mito se desmorona chicos.
Y pensar que todo empezó con un cúmulo de malditas casualidades...
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