Todo comenzó con un san queremos y acabó siendo algo que llevar al recuerdo, una idea de esas que nacen por casualidad de una dispersa mente que luchaba por liberarse de las "cadenas" a las que fue sometida durante un tiempo. Consiguó salvarse, volver a tener ese espíritu, pero ahora renovado, introducir en el bolsillo las palabras responsabilidad y sensatez y pintarse en la frente las palabras felicidad y locura.
Gradual, nadie le pidió que el cambio fuera de hoy a mañana, perdió bastantes cosas, muchas de ellas aún hoy añoradas, pero ganó otras que ni por asomo hubiera imaginado nunca. No se arrepentía, había elegido darle a su vida un toque diferente, pendejo y pendón donde los haya, tunante como dirían otros.
La "normalidad", si alguna vez existió, dio paso a aquello que llevaba tiempo anidando en su interior, llamémoslo intransitoriedad, de esas que llegan para quedarse, neuronas atrofiadas por el uso del mórfico. Le daba igual, creía tener alguna más por ahí. No lo afirmemos pero no lo neguemos. ¿Abrazo de aeropuerto?
Todo esto sucedió cuando el invierno
tomó la forma de tu cuerpo un día.
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