domingo, 6 de febrero de 2011

Natural.

Superficialidad en la vida diaria. Maquillaje, polvos mágicos que hacen convertir a seres humanos normales y corrientes en muñequitos de cuentos infantiles. Levantarse, desayunar, vestirse, lavarse, hacer la cama y a por el día. Nada de maquillaje por ningún sitio. No, me niego. Día a día sin ocultar los poros de mi piel tras toneladas de productos que seguramente me hagan estar más guapa, pero que evitarán verme tal y como soy. Natural como la vida misma. Todos sabemos que tras una mala noche o una dura semana tendremos ojeras, pelos más o menos indomables, seguramente expresión de cansancio, todos lo sabemos. ¿Por qué ocultarlo? Para que me digas lo bonita que tengo hoy la cara o qué ojos más graciosos. Prefiero que me digas: qué contenta estás hoy, que alegre te veo, así me gusta, ésa es la filosofía.
Claro que no seré una estrella, ni tengo maquilladores ni peluqueros detrás mío todo el día, pero seré yo, que al fin y al cabo es lo que quiero. Nada de muñequitas de porcelana que si las tocas se rompen en pedacitos, nada de modelitos despampanantes, nada de taconcitos para ir a clase. Lavarme la cara, peinarme un poco y decir en voz alta: hoy me comeré el mundo.


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