lunes, 28 de febrero de 2011

Vivamos de ella.

A veces, las cosas no salen como queremos, muchas veces ni se parecen en lo más mínimo. Situaciones, hechos, conversaciones, de esas que planeamos mil veces, que van y vienen por nuestra cabeza, que se van y, reaparecen. Somos expertos en el arte de dar vueltas a nuestros pensamientos. Con el paso del tiempo he aprendido que podemos tener cierto grado de conocimiento de lo que pasará pero que es mejor que las cosas sucedan como quieran, dígase espontáneamente o simplemente que sucedan, así, sin más. 


Me fui dando cuenta poco a podo de que a ilusa pocas personas me ganan, tiendo a alimentar lo más profundo de mí de ilusiones y esperanzas, muchas veces pueden llegar a plamarse en algún gesto, alguna circunstancia, algo. Otras veces la imaginación es más poderosa. Pero aún así aprendí que la ilusión es algo que no se pierde.

Había una vez un campesiono gordo y feo que se había enamorado (¿cómo no?) de una princesa hermosa y rubia...
Un día, la princesa -vaya usted a saber por qué- le dio un beso al feo y gordo campesino...
Y, magícamente, éste se transformó en un esbelto y apuesto príncipe.
(Por lo menos, así lo veía ella...)
(Por lo menos, así se sentía él...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario