jueves, 27 de enero de 2011

TÚ.

Controlaba minuto a minuto su reloj, aunque no lo llevase encima, aunque sólo fuera mentalmente. Tenía prisa, debía entregar varios kilos de sentimientos dentro de un sobre, antes de que fuera demasiado tarde. Allí dentro iban más que palabras, más que un folio impregnado en tinta. Iba un trocito de ella.

No creía en cuentos de princesas, ni de hadas, ni mucho menos de sapos o de príncipes vestidos de azul. Ilusa en muchos aspectos, pero demasiado realista en otros, y este era uno de ellos.

Todo comenzó una fría noche en la que, no sabe por qué, le ofrecieron un vaso de Baylis, y ella no se pudo resistir. Mezcla de alcohol y música, fatídica combinación.  Pasaron horas y horas, perdió el compás del tiempo bailando al son de la música. Miradas, más miradas y otras pocas miradas más ¿por qué narices le gustaba tanto?
Porque sólo él podía hacer que se sintiera así. Ni princesa, ni barbie, nada de eso, conseguía destapar en ella aquella sencillez espontánea que derrochaba por todas partes, aquella sonrisa pícara que conseguía regalar en todo momento, aquellas idas y venidas que no todo el mundo entendía pero que ella seguía mostrando, aquel punto de inflexión con el que ella quedaba derrotada. KO . Ella sólo pedía un beso, porque detrás del primero viene otro, y otro y otro…

No hay comentarios:

Publicar un comentario