viernes, 7 de enero de 2011

Un día saltaré.

Para dar y regalar. A veces la cabeza nos traiciona o, ¿es el músculo cardíaco el que lo hace? ¡maldita sea! no tengo respuesta. Y es que tengo dolor de espalda y cuando me azota, ¡joder como me suben las ideas por la espina dorsal! Necesito esas cervezas, esas idas y venidas de palabrejos sin sentido, esos "me quiero comer el mundo a tu lado...", la distancia es muy puta, y más ahora donde los teléfonos escacharrados dominan el mundo, donde las personas no tienen otro quehacer diario y husmean hasta en el cubo de la basura del vecino del noveno. Pero todo me lo he buscado yo sola, "quien no arriesga, no gana...", a veces arriesgarse hasta el punto de caerte por el precipicio no es buena opción, la mejor de las opciones, aunque no la que yo elijo, ni elegiré (por lo menos mientras las circunstancias me lo permitan) es la de optar por el camino fácil, por la precaución. Pero es que yo, me subí a lo alto de aquel precipicio con un único objetivo: jamás intentaré volar.

Conozco la salida. No es conveniente que seáis buenos.

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