martes, 25 de enero de 2011

Haití.


Un muchacho entró detrás de mí y abrió la puerta. Me amordazó con la mano y yo hice lo que quiso […] Me pegó. Me dio puñetazos. No acudí a la policía porque no conozco al muchacho, no serviría de nada. Estoy realmente triste todo el tiempo […] Tengo miedo de que vuelva a ocurrir”.

Machou (nombre ficticio), de 14 años, fue violada en marzo de 2010 en un campamento improvisado en Haití.

Un año después del terrible terremoto que sacudió Haití, más de un millón de personas continúan viviendo en campamentos provisionales, una trampa para las mujeres y niñas haitianas que viven en ellos.

La violencia sexual es una amenaza que está presente en todos los rincones de los campamentos. Las mujeres y niñas pueden ser violadas o abusadas por el simple hecho de salir a pasear, ir a las letrinas o a recoger agua.

Mientras tanto, los mecanismos de protección se reducen a comisarias de policía destruidas, que ahora son sustituidas por una mesa cubierta de polvo en la calle, situada frente a las dependencias policiales y a la vista de los transeúntes.

Muchas tienen miedo de presentar denuncias ante la policía, otras piensan que eso no va a servir absolutamente de nada. Mientras tanto, los agresores se mueven libremente y actúan con total impunidad.

Intentemos hacer que recuperen su dignidad, y digo intentar porque en gran parte no depende de nosotros, depende de organismos internacionales que poco a poco se lavan las manos. Este sólo es uno de los ejemplos de decadencia del mundo. Aunque sea con los pocos recursos que tenemos, echemos una pequeña mano.



Porque podemos ser revolucionarias, pero sólo y únicamente queremos un mundo un poquito mas justo, más humano. Aquella chica que conocí año y medio atrás y me demostró que la palabra hippie no sólo es una manera de vestir. Era en cierto modo, nuestra diferente manera de pensar. AR.

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